Al igual que la medicina es el acto terapéutico basado en el conocimiento del cuerpo humano, es decir son un conjunto de técnicas que han pasado una criba para mejorar los resultados de estas. Con la Osteopatía hablamos del mismo modelo, pero con un enfoque más global, en el que el cuerpo humano es un sistema en continuo desequilibrio que permanece estable y por lo tanto las técnicas van dirigidas a dotar de herramientas al individuo para que pueda resolver los problemas que le acontecen por si mismo. En ultima estancia no se trata de poner parches sobre la enfermedad, si no averiguar los motivos por los que aparece ese malestar y tomar medidas para confrontar con los mayores recursos posibles.

Hay un porcentaje de pacientes que tienen síntomas de alguna enfermedad, que no tienen ningún reflejo en las pruebas médicas diagnosticas con las que objetivamos aquello que enferma, y por lo tanto, a lo que hay que poner remedio. Este subconjunto de patologías tiene el nombre de enfermedades funcionales. Ejemplos: Una hernia discal no aparece de un día para otro, en el disco intervertebral tienen que ocurrir una serie de procesos fisiológicos y mecánicos que favorezcan su rotura, esos pasos previos pueden tener sintomatología, pero no un reflejo en una prueba de imagen. De la misma manera podríamos hablar del proceso “invisible” que lleva a un hígado al estado graso o cirrótico, a tener gastritis en el estómago, o un sistema nervioso hacia la sensibilización central.
Estos estados de enfermedad funcional producen indicios que permiten evaluar y servir de guía para el tratamiento. Como son estados donde prima la prevención, los recursos usuales para el tratamiento son, terapia física, psicológica y nutricional. En terapia física podríamos incluir desde el deporte, a cualquier intervención de un odontólogo, podólogo y optometrista. Aquí radican los desafíos de la medicina moderna y la mejora de calidad de vida una vez que la medicina nos permite llegar a edades más avanzadas. Y en Confisio ese es nuestro reto.